Ayuda y Entrenamiento

Desafío 7 : La nación de Dios

Comunica: Habla con Dios

Aprender a escuchar, como cualquier otra habilidad, conlleva tiempo. Los niños deben poder explorar y experimentar una variedad de formas diferentes de escuchar. A medida que crecen, comenzarán a mostrar preferencias de acuerdo con sus personajes y personalidades individuales. Algunos niños escuchan mejor cuando están quietos y en silencio (aunque no por mucho tiempo); otros dando un paseo y experimentando la creación de Dios; y otros ‘oirán’ a Dios hablando mediante el golpeteo de un tambor o el choque de un platillo. Como líderes, tenemos que prepararnos y planear cómo ayudarlos.
¿Cómo puedes acercarte a escuchar en calma y tranquilidad? Aunque no es el estado más natural para los niños, es sorprendente cuánto pueden disfrutarlo y de qué manera, con preparación y práctica, puede convertirse en un tiempo muy preciado.
Prepara:
• Un letrero para la puerta que diga: “No molestar: orando y escuchando”.
• Un área especial de la habitación, tal vez usando cojines o un rincón iluminado.
• Un área donde centrarse o una mesa con los elementos apropiados, objetos o imágenes relacionados con el tema.
• Un poco de música tranquila para acompañar.
• Explica lo que vas a hacer:
1. Involúcralos en los preparativos y el montaje de los diversos artículos.
2. Recuérdales al principio del tiempo de silencio, que a Dios le gusta hablarnos de diferentes maneras y que estar quieto y callado puede ayudarnos a escuchar a Dios.
3. Sugiere formas en las que el niño pueda estar en tranquilidad, por ejemplo, “recuerda la historia que escuchamos antes...mira las imágenes en la mesa…piensa en un lugar o personas especiales…díle a Dios en qué estás pensando…”
4. Pon algo de música como un signo de comienzo del tiempo de silencio y va apagándolo cuando se acabe. Ten en cuenta la capacidad del niño para estar en silencio: 30 buenos segundos es mejor que dos minutos de silencio incómodo o reprimido.
5. Termina el tiempo con una oración corta, una canción o una oportunidad para que tu niño hable sobre su tiempo de tranquilidad. Ten cuidado de no presionarle hacia una respuesta en particular. Recuerda que la respuesta más importante está en sus corazones y mentes. Dios lo ve, incluso cuando nosotros no podemos verlo.
Tal vez el aspecto más importante de la historia de Samuel, para los entrenadores de la Biblia, no está en la manera dramática en que Dios le habló directamente a Samuel, sino en la respuesta de Elí en esa situación. Samuel necesitaba ayuda para reconocer la voz de Dios y saber cómo responder. Elí tenía la experiencia y la sabiduría para guiar a Samuel, de tal manera que su joven discípulo llegaría a conocer a Dios por sí mismo y empezar un proceso de por vida, de escuchar y responder a Dios en oración (¡un proceso que tendría consecuencias profundas!). Que cada uno de nosotros sea el Elí para nuestros niños, animándolos y capacitándolos para orar: Habla, Señor, porque tu siervo está escuchando.